lunes, 20 de julio de 2009

-El perdón y continuar la marcha

La vida es una marcha constante, cada día es un reto, es una prueba más de que existimos y debemos vivir ese día como si fuera el último, que sea lo mejor y más feliz que podamos -debe ser nuestra intensión-por ello hay que ir en pos de la felicidad, de la paz, y de lo que nos hace alegres y bien aventurados.
A veces cuando queremos terminar una relación, salirnos de ella y empezar de nuevo nuestra vida sin pareja, hay que entrar a perdonarnos por muchas cuestiones que mencionaré:
Por haber dañado nuestro niño interior
Por haber reñido en ocasiones
Por permitir el maltrato emocional o físico
Por aceptar lo que no merezco
Por cualquier ofensa que pueda haberle hecho a la otra persona
Y todo cuanto pueda hacer sucedido, ponerlo en esa petición de perdón, -yo me perdono y perdono a la otra persona liberándola de mi vida y deseándole todo el bien del Universo-
Cuando uno repite esta y otras frases, llegamos a estar en una paz interior muy grande para poder emprender la ruta nuevamente.
No es aconsejable que una persona que termina una relación afectiva o amorosa, en poco tiempo se vincule nuevamente con otra relación, ya que sus sentimientos no estarán preparados para acoger a esa otra persona como es debido, aun queda en el subconsciente las reminiscencias de esa relación pasada, recuerdos que no debemos traer al presente ni hacer comparaciones.
Vale darse un tiempo, tratar de mirar hacía delante con brío, con la certeza de que cada día de vida es una oportunidad que nos da el Creador para apreciar la naturaleza, cuando una persona se queda sola sin una pareja aunque fuera disfuncional, extraña la compañía y nada es mejor que empezar a mirar lo que nuestros ojos no veían, la naturaleza, los animales, las mariposas, los bellos árboles, el mar, o las montañas, preparar paseos, viajes, excursiones, llamar a los amigos que no podíamos llamar por estar acompañados, visitarlos, pasar cursos de artes manuales, o de música, ir a teatros, en fin comenzar de nuevo la verdadera vida, la que Dios te ha dado y te la dio a ti, no con otra persona.
Cuando nos perdonamos y perdonamos a los demás con todo nuestro corazón alcanzamos la paz del alma.

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