-Más que un triángulo, la conveniencia.

Dos personas van en un tren , en un ómnibus, se ven en la playa, en una gasolinera, se encuentran las miradas, conversan , se conocen, se intercambian teléfonos, y comienzan así una relación por una simple atracción. Pero algo es contrario........ ambos son casados y tienen hogares constituidos,no obstante se vuelven a ver , se buscan y dan rienda suelta a un romance que acaba estropeando las relaciones de dos familias donde hay hijos y hasta nietos en muchas ocasiones.

Uno se pregunta ?por qué? Pues las relaciones que un día comenzaron con un maravilloso romance y una sofocante pasión, con el paso del tiempo, si no se mantiene una chispa encendida de amor, ternura, sensualidad y deseo, tienden a dar traste con la monotonía, la rutina y poco a poco va mermando el amor, dando paso a un cariño familiar lejano del perenne deseo de la intimidad y la llama de la ardorosa pasión, es así cuando se pone en riesgo y en peligro una relación que parece estar consolidada por los años, sin emgargo en realidad el perfume se ha evaporado por no mantener la relación salpicada constantemente de pequeños y sutiles detalles que pueden romper los esquemas de la ya nombrada monotonía.
Muchos son los casos de matrimonios que cumplen 30 años y mucho mas de casados donde por lo general el hombre tiene su amante, en algunos casos la mujer también ha aprendido a hacer su vida privada y sostienen la familia por pura conveniencia ya que hay casos donde lo material , los bienes comunes no se quieren perder y estos lazos lejanos del verdadero amor pueden mantener dos personas entrelazadas sin existir reciprocidad en el amor, ni amor como tal.

La realidad es que nadie que muere y se va a mejor vida puede llevarse consigo los bienes materiales, todos nos vamos tal y como llegamos a la tierra, sin nada.
La mayoría de las personas trabajan para: dejar a los hijos o nietos fortunas o bienes materiales y muchas veces sin saberlo lo que dejamos son cargas, gastos, cuentas, muchas veces imposibles de saldar y más que un buen regalo estamos dejando preocupaciones, cargas de trabajo que nosotros hemos llevado durante años. Sería mejor aprender que a la vida se viene a vivir a disfrutar y no a penar, a sufrir, a dejar de sonreír.
Si no se es feliz en una relación o matrimonio, no hay porque estar vinculado aguantando rostros fingidos, hipocresías, y aptitudes poco deseadas. Es cuestión de cada persona reflexionar sobre su vida esa que es una y que se va muy rápida, en un abrir y cerrar de ojos. De nada sirve vivirla con ronroneos de amargura, de sinsabores, aún hoy tu que me lees estás a tiempo para dejar de sufrir en este instante.